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El activista vegano Jordi Casamitjana entrevista a Alejandra García, la animalista argentina que ha sido crucial para el bienestar de muchos animales, especialmente toros, caballos y elefantes.

Me acuerdo muy bien.

Cuando yo estaba sentado en la galería del Parlamento de Cataluña en el 28 de Julio del 2010, y todo el mundo se levantó a aplaudir, yo me quedé sentado unos segundos para apuntar los resultados de la votación.  Fueron 68 votos contra 55, y nueve abstenciones. Con tal resultado, Cataluña prohibió las corridas de toros. Un día histórico.

Después de los aplausos tuvimos que salir afuera de la cámara, y continuar haciendo declaraciones a la prensa. A pesar de que yo migré de Cataluña (donde yo crecí) hacia el Reino Unido a los principios de los años 90, en esos días yo viajé a Barcelona para actuar como portavoz internacional de la Plataforma PROU, la organización animalista detrás de esa victoria. Se creó exclusivamente para esta campaña, ya que la ley fue el producto de una Iniciativa Legislativa Popular, que en Cataluña es un mecanismo jurídico en el que proyectos de leyes se pueden presentar por la población catalana (a través de obtener durante un plazo fijo un número de firmas específico) en lugar de por parlamentarios. Y para conseguir esas firmas hacía falta hacer una campaña pública que duró años.

Mucha gente participó en nuestra campaña, pero los últimos días antes de la votación fuimos unos pocos los que tomamos el papel de portavoces de PROU. Yo cubrí la mayoría de las entrevistas de medios extranjeros (el día de la votación se registraron un número récord de estos en el Parlament), pero el activista vegano Leonardo Anselmi (conocido como el principal portavoz) cubrió los nacionales. Pero coordinando toda esta explosión mediática estaba una activista animalista sin la cual estoy seguro no hubiéramos conseguido nuestro éxito. Una experiodista de Argentina que emigró a Cataluña e hizo de tal país su nueva patria. Una animalista incansable que después de esa victoria, se volvió a Argentina para seguir ayudando animales abusados que necesitaban rescate. Una activista vegana que ahora dirige un santuario de caballos con más de 150 animales. Ella es Alejandra García, y después de muchos años sin hablar directamente con ella, decidí usar Zoom para averiguar lo que ha estado haciendo desde esos históricos días en Barcelona.

En este articulo podéis leer lo que me contó. 

Nuevo País, Nueva Filosofía 

BARCELONA, SPAIN – Sagrada Familia basilica in Barcelona. TTstudio via Shutterstock (Royalty-free stock photo ID: 1336744421)

Primero le pregunté algo que me di cuenta nunca le había preguntado: como acabó emigrando a Cataluña y cómo fue su proceso en convertirse vegana: 

“Yo nací en el 1963 en Córdoba, Argentina, que es la segunda ciudad del país en cantidad de habitantes. Una ciudad grandecita e industrial. 

En Argentina hubo una dictadura sangrienta desde el año 1976 al 1983. En el 83 es cuando volvió la democracia, pero los militares, que fueron quienes hicieron este golpe de estado, todavía tenían bastante fuerza, y luego del comienzo de la democracia, hubo varios intentos de nuevos golpes de estado. Y ya sabiendo todo lo que había pasado con los campos de concentración, los secuestros ilegales de personas, y demás, mi madre fue la que dijo, ‘llegó el momento de que pienses en irte por un tiempo por seguridad’. Porque yo estaba en la franja de edad que fue apetecible para hacer estos secuestros durante la dictadura militar, y porque yo siempre estaba metida en líos, como manifestaciones y cosas por los derechos humanos. Mi mamá temblaba porque en ese momento era algo peligroso. Decidí migrar, pero mi idea era estar tres o cuatro meses en Barcelona e intentar hacer a lo mejor algún posgrado en mi carrera. Pero cuando llegué me encontré con el hándicap del catalán. Sin saber catalán me di cuenta de que no iría a entrar a la universidad a hacer un posgrado.  

En el medio de esto tuve hijos, así que al final me quedé en Barcelona 24 años. Para mí, Barcelona es mi casa, y Cataluña mi país. Y siempre me he sentido no solamente muy agradecida como me abrieron los brazos, sino muy implicada en la vida social política de Cataluña.

En Argentina yo estudié la carrera de periodismo y trabajé mucho como redactora publicitaria, y luego como freelance para algunos medios. Pero siempre cosas muy pequeñitas. Luego en Barcelona estuve mucho tiempo sin trabajar de periodista y dedicándome a otras cosas, intentando ganar el dinero diario. Después de cinco o seis años de vivir en Barcelona, empecé a visitar editoriales para dejar mi currículum. Y así empecé a trabajar allí para distintas editoriales también como freelance.

Fue por el año 2005 que me hice vegana. Si bien yo siempre fui criada de una familia donde había mucho respeto hacia los animales (mi casa estaba llena de perros, gatos, tortugas, y pájaros, todos los que íbamos encontrando heridos en la calle) yo nunca había hecho la conexión hacia los otros animales. No comía carne, pero porque desde pequeña me daba asco comer carne. Me daba asco tomar leche, pero por ejemplo si comía queso y huevos. Me daba asco porque yo veía que era un animal muerto, pero nunca hice una conexión desde lo ético. Tenía una desconexión cognitiva muy importante. 

No fue hasta que vi el documental ‘Earthlings’ en su estreno en un centro cultural de Barcelona en 2005 (cuando vi todas estas imágenes tan crudas) que dije, ‘no puede ser que yo esté participando en esto’. Había aprendido muchas cosas que pasaban con la alimentación, pero no me preocupaba de la vestimenta. Yo compraba sin ningún problema un calzado de cuero o una chaqueta de cuero. Y en ese momento fue como que las neuronas empezaron a hacer sinapsis, y fue salir del centro cultural y decir, ‘¡esto nunca más! yo no quiero participar de esto; no quiero ser cómplice de esto’.

E incluso siempre me ponía en un papel como de crítica hacia mí misma diciendo, ‘yo que siempre me he considerado una buena persona, que siempre desde pequeña en la escuela tenía discusiones con las profesoras por haber sido un poco racistas o clasistas con algún compañero de escuela, y ahora de golpe yo no soy tan buena persona como pensaba que era porque estoy participando en una forma de discriminación descomunal, por la cantidad de individuos y por la cantidad de sufrimiento, causada por todas las industrias de explotación animal’. Y en ese momento fue el clic.

Cuando hice este cambio me di cuenta de que necesitaba más. Yo necesitaba que más gente supiera esto porque estaba segura de que cuanta más gente lo supiera más gente querría desconectarse de esta masacre en la que todos estábamos participando. Y ahí es cuando dije, ‘bueno, tengo que empezar a hacer activismo, lo necesito porque la angustia es tan grande que yo necesito hacer más por los animales’. Como en ese momento yo trabajaba de periodista en varias editoriales, dije, ‘bueno, lo que puedo ofrecer es lo que se hacer’. Empecé a ofrecer mis servicios de prensa de forma gratuita para organizaciones que se dedicaban a trabajar por los derechos de los animales.”

Activismo en Cataluña 

Jordi Casamitjana, Alejandra Garcia, y Raul Romeva MEP, fantiguo ministro Catalan

Yo conocí a Alejandra antes de que se creara la Plataforma PROU, cuando ella era una de las activistas de la organización por los derechos de los animales Asociación Animalista Libera! (que no solo sigue siendo una de las más importantes en Barcelona, pero ahora se ha expandido a otros países).  Alejandra me contó por qué escogió esta organización: 

Ahí contacté con Libera, que era una asociación que me gustó mucho como trabajaban porque no era una estructura orgánica jerarquizada, sino que era muy asamblearia, muy punk, y muy anarquista. Yo me identifiqué mucho con esta forma de trabajar, porque era muy enriquecedora, con muchos debates previos antes de tomar una decisión.

Fuera de mi horario de trabajo en la editorial, yo me iba a un pequeño local que teníamos con Libera a trabajar allí, y empezar a hacer qué las acciones que hacía Libera tuvieran una presencia en los medios. Lo que no sale en los medios no llega a un público que para nosotros era imposible llegar. Una masa más grande donde poder mostrar la realidad de lo que pasaba con los animales. Ese fue mi objetivo. 

Al poco tiempo empezamos a aparecer en los medios y empezamos a mostrar qué activos éramos (porque no había un fin de semana que no tuviéramos un activismo para hacer). Ya sea desde repartir folletos, dar charlas, u organizar pases de ‘Earthlings’. Incluso conseguimos una gran pantalla de plasma y salíamos por la noche al centro de Barcelona y conectábamos el plasma en medio de la calle a pasar documentales e imágenes, e interactuar con la gente. Ese fue un tiempo bastante hermoso para mí porque no solamente descubrí a compañeros maravillosos, sino que vi verdaderamente que el cambio era posible. Mucha gente veía estas imágenes por primera vez, y luego terminaba siendo activista de la organización.

Fue una época muy linda y fructífera, pero pronto se me quedó como chica en cuanto a mis objetivos. Necesitábamos hacer algo más. Quienes toman las decisiones son los políticos. Ahora que teníamos una masa social que más o menos sabía qué sucede con los temas, teníamos que llegar a la clase política (que es la que finalmente va a redactar las leyes, presentarlas, y aprobarlas) para conseguir abolir distintas formas de explotación de los animales.”

La Abolición de las Corridas de Toros 

Jordi Casamitjana y Alehandra Garcia en un evento antitaurino en Barcelona

En el 2006, yo empecé una campaña para abolir las corridas de toros en todo el mundo como parte de las campañas de la organización contra los deportes crueles con la que yo trabajaba en el Reino Unido. Luego seguí trabajando en este tema cuando me convertí en el Coordinador de Campañas de la organización antitaurina holandesa CAS Internacional. Parte de mi trabajo para ambas organizaciones fue reunirme con activistas antitaurinos de los nueve países que aun tenían una industria taurina, y empezar ha crear estrategias para internacionalizar el movimiento antitaurino (como la creación de una cumbre anual donde nos reuníamos en diferentes países). Fue durante este trabajo que conocí a Libera, que ya había avanzado mucho en este tema. Parecía que Cataluña ya estaba en el momento sociopolítico adecuado para intentar la prohibición de la tauromaquia.   

“En aquella época era muy evidente que una de las formas de explotación cruel de los animales, pero que tenía mayor rechazo social en Cataluña, eran las corridas de toros, que todavía se hacían en el país. 

Empecé a trabajar toda esta parte política, pero en forma paralela fui coordinando otras campañas. Iniciamos una campaña para declarar a los municipios de Cataluña libres de circos con animales. Empezar a trabajar con municipios pequeños y conseguir las aprobaciones de estas ordenanzas, nos hizo ganar músculo y aprender a tratar a los políticos. Pero además también nos dio como una inyección de motivación para los activistas, mostrando que trabajando de esta manera se consiguen cosas que son tangibles. Dejé la parte de prensa y empecé con el tema de coordinación de campañas y participar incluso en el diseño de las campañas (aunque con el tema de las corridas de toros sí me centré más en la parte de prensa, que era donde yo me sentía más segura).

Así fue que descubrimos que existía una herramienta maravillosa que nosotros desconocíamos que se llama Iniciativa Legislativa Popular. Teníamos un montón de políticos a favor de abolir esta forma de explotación, pero ninguno viviendo un momento político con la capacidad que le permitiera presentar por sí mismo este proyecto de ley para abolirla. Entonces decidimos hacerlo a través de la Iniciativa Legislativa Popular, que consiste en que sea un grupo de ciudadanos organizados los que presenten el proyecto de ley en el parlamento de Cataluña. Pero para que esto sea tramitado en el parlamento, solo se puede hacer cumpliendo unos requisitos muy estrictos de la ley sobre quiénes son los que deben firmar (porque tienen que firmar un número mínimo de ciudadanos de Cataluña).

Tenían que ser no solamente firmas reales, sino que únicamente de personas residiendo legalmente en Cataluña. Tales residentes tenían que dar datos sensibles privados, porque eran unas planillas aprobadas por el parlamento de Cataluña donde debían constar su dirección real, su número de DNI, y su firma. Y luego cada una de estas firmas tenía que ser comprobada por el Instituto de Estadística de Cataluña, según el padrón electoral. 

Fue un trabajo de años (porque fueron unos dos o tres años) pero fue fructífero, porque fuimos muy puntillosos para que no se nos pudiera invalidar la iniciativa por presentar alguna firma que no fuera real. Incluso nosotros cuando veíamos que la letra no era muy legible, la tachábamos y la invalidábamos nosotros mismos. Todas las firmas fueron verificadas y luego presentadas formalmente al Parlament de Catalunya.”

De Vuelta a Argentina

Alejandra Garcia en Argentina

La campaña para abolir las corridas de toros en Cataluña fue exitosa (incluso cuando unos años más tarde la Corte Constitucional de España dictaminó en contra la ley de la prohibición, los políticos catalanes no cambiaron nada y las corridas no han vuelto en el país) pero la constante presión maliciosa de los taurinos tuvo un efecto negativo importante en la vida de Leonardo y Alejandra. 

“En las cumbres que se organizaban en distintos países tuve la oportunidad de conocer a Vera Weber, actualmente la presidenta de la Fundación Franz Weber. En ese momento, su padre Franz todavía vivía, y ellos, a pesar de que son de Suiza, un país de donde no existen las corridas de toros, estaban muy implicados también en abolir esta forma de ocio tan cruel. 

A nivel personal, cuando fue la abolición de las corridas de toros en Cataluña, mi marido Leonardo y yo pasamos un momento bastante difícil. Él era el portavoz de la Plataforma PROU, lo que le expuso mucho y acabó perdiendo su trabajo (él era gerente de marketing de una empresa médica). Y perdió su trabajo porque los taurinos hasta llegaron a amenazar a sus jefes. Averiguaban donde trabajábamos y que hacíamos. Conmigo pasó un poco lo mismo, porque yo, si bien dejé mi trabajo voluntariamente para dedicarme el último año a estar 24/7 trabajando únicamente por la campaña, una vez finalizada la campaña en el 2010 yo necesitaba volver a trabajar (y más cuando Leonardo se había quedado sin trabajo). Él quedó estigmatizado, y yo también bastante en los medios,. 

Fue como esa euforia de un artista, que después del éxito cae en decadencia. Durante la campaña, estábamos atendiendo la prensa continuamente. Tú lo viviste con nosotros. Hacíamos dormir a Leo en una butaca un rato para que entrara de vuelta otro medio, tú atendías a los otros, y yo coordinando todo eso. Al final de la campaña, nos quedamos bastante solos. Toda esa parte la fuimos llevando entre los tres. Y de repente, ya no suena el teléfono, nadie nos llama. El tema ya pasó, y parecía que nosotros lo perdimos todo.  Esa era la sensación.

Pero alguien se lo comentó a Vera Weber cuando estaba en Barcelona, y ella nos invitó a cenar una noche y dijo, ‘ustedes no tienen que estar pasando por esto. Queremos que hagan lo mismo que están haciendo ahora, pero por la Fundación, siendo parte del staff’. Mi reacción en ese momento fue ponerme a llorar porque fue como una descarga de tensión enorme. 

Y a raíz de eso fue que, en el año 2011, en un viaje que hice de 15 días a Argentina, se me vino el mundo abajo. Llegué a Argentina y vi la situación de los animales allí. Los animales en los zoológicos, en los circos, y en la calle. 

Acá tenemos un problema de unas diferencias sociales y económicas muy pronunciadas. Desde el año 2001, se han aplicado durante muchos años unas políticas neoliberales que hicieron que la clase media prácticamente desapareciera, y se incrementó la cantidad de gente que no tenía donde vivir. Realmente la gente vive en unas chabolas que son tres chapas y no hay ventanas. Y niños viviendo allí. ¿Y de que viven? De revolver en la basura para vender cartones, plásticos, o metal que pueden encontrar. ¿Y cómo recogen todo eso?  Con un carro muy precario que lo arman con las mismas maderas que encuentran tiradas, y con neumáticos de coches que encuentran. Carros tirados por caballos que están en un estado que te viene el mundo abajo y se te parte el corazón. Pero se te parte a tantos niveles, porque lo que ves ahí es la situación del caballo, la situación de esa familia, la situación de esos niños, gente discapacitada trabajando en esto, gente revolviendo lo que la sociedad consumista deshecha, y con una discriminación tan enorme que yo dije, ‘tenemos que hacer algo por esto’. 

Entonces diseñamos una campaña con Leonardo, hablamos con Vera, y ella dijo, ‘adelante, hay que hacerla’. Leonardo viajó primero a Argentina, recorrió todos los barrios de chabolas mirando una realidad que está tan oculta para quien no la quiere ver. Rápidamente, lo que se detectó en estas reuniones es que nadie hacía nada por estas personas y estos animales. La excusa estrella que usan los municipios (y son excusas) es ‘¿y qué hago yo después con todos esos caballos si los retiro de ahí y reconvierto la actividad en otra cosa? Y Vera dijo, ‘hagamos un santuario para esos caballos’.” 

Santuario ‘Equidad’

Alejandra garcia con caballos resatados en el santuario Equidad.

A través de la ventana de atrás de la habitación donde Alejandra me hablaba durante la reunión de Zoom que hicimos, pude ver algunos de los caballos que ella rescató, ya que ella estaba en su santuario donde se ha pasado los últimos años cuidando directamente a muchos animales.  Alejandra sigue con la historia: 

“Ahí fue cuando yo me vine a Argentina ya para poner en marcha el proyecto del santuario. Buscar el espacio, los campos, ver en qué zona era más viable hacerlo, donde íbamos a tener mejor pasto para los caballos, mejor acceso a una atención veterinaria para ellos, el mejor clima para ellos, etc. Se analizaron varias cosas, y finalmente, en el año 2013, lo pusimos en marcha en mi provincia. Eso no fue casual, ya que está en medio de Argentina, tiene unas distancias bastante equidistantes desde otras provincias que quisieran enviar caballos, el clima es ideal, y solamente llueve en verano (y para los caballos eso es bueno). Era un lugar donde yo me sentía en mi hábitat natural, a pesar de no haber estado tanto tiempo aquí.  

Pusimos en marcha este proyecto, y lo llamamos Santuario Equidad. Se me ocurrió hacer un poco el juego de palabras entre equinos e igualdad. Pero la igualdad que nosotros queremos, no es solamente para todos los animales, no es solamente para los animales no humanos, sino también los animales humanos, que son quienes trabajan con estos caballos.

En este momento tenemos 154 caballos, pero por supuesto nosotros tenemos las puertas del campo abiertas para todo animal al que se pueda rescatar, con lo cual también tenemos vacas, llamas, ovejas, cerdos, dos cabras, un búfalo, burros, mulas, y gallos que eran utilizados en peleas de gallos (que son ilegales, pero todavía se hacen). 

Logramos trabajar muy bien con la policía local. Muchos animales vienen desde casos que la policía los incautó y después los trajo aquí, muchas veces son denuncias propias, y muchos otros son los caballos que vienen por haber aplicado el programa que nosotros presentamos en los municipios. 

Ese es un programa de inclusión social donde primero se trabaja mucho en el ámbito familiar. Por ejemplo, hemos realizado programas de alfabetización porque nos hemos encontrado con muchísima gente adulta que no sabe leer y escribir, y por lo tanto no podía acceder tampoco a tener un carnet de conducir para después cambiar el caballo por otra cosa. Descubrimos mucha gente con discapacidades a las que les hemos conseguido algún tipo de ayuda estatal para que no tengan que seguir trabajando, e incluso gente con edad de jubilación a quienes los hemos hecho acceder a planes jubilatorios del estado. 

Para los que querían seguir trabajando en venta de chatarra, se les hizo mucho trabajo de capacitación en reciclado de residuos, se les hicieron cursos de conducción para que pudieran sacar su carnet de conducir, y luego también un curso de mecánica para que pudieran hacer pequeñas reparaciones en su vehículo sin necesidad de tener que llevarlos a un taller. A los municipios se les hizo crear un pequeño taller donde podían llevar una vez por semana los vehículos a revisarlos para que siempre estuvieran en óptimas condiciones. También creamos cooperativas de trabajo para que esta gente tenga igualdad de ingresos y una personería jurídica que les permita acceder a las licitaciones de contratos públicos. 

En lugares como Godoy Cruz, que es una ciudad muy importante de Mendoza, se aplicó todo el programa paso por paso. Con cada paso, nosotros fuimos generando protocolos y manuales de aplicación y de buenas prácticas. Hoy vemos este resultado con mucha felicidad y con una satisfacción enorme. 

Naturalmente, nosotros no podemos recibir todos los caballos de Argentina. Recibimos los caballos de los proyectos piloto, pero durante los años en los que se estuvo haciendo formaciones hicimos una selección de adoptantes. Hay familias con campos que adoptan cuatro, cinco o seis caballos (no dejamos que adopten uno solo, tiene que ser un grupo porque el caballo es un animal social, y no queremos que tenga una vida miserable por vivir en soledad), donde se les hace firmar un contrato diciendo que no lo pueden montar, no lo pueden alquilar, no lo pueden vender, y no pueden sacar ningún rédito de él. Solo dejarlo vivir su retiro en lo que le queda de vida. Trabajamos también con proteccionistas locales que una vez por semana visitan a los adoptantes para ver cómo están los caballos. Si no garantizamos que estos animales tengan un buen futuro como lo están teniendo las familias que antes los utilizaban para trabajar, el concepto de equidad se pierde. Tiene que ser para todos. Es un beneficio para todos los animales humanos y no humanos.”

Las Elefantas Que Rompen Jaulas

Photo By Craig Morrison via Shutterstock (Royalty-free stock photo ID: 749167099)

Recientemente, yo escribí un articulo sobre el traslado de Guillermina, una elefanta de 56 años, de un zoo en Argentina a un santuario de elefantes en Brasil. No sabía que Alejandra estuvo involucrada en las campañas que hicieron que esto fuera posible.  

“El elefante es un animal muy carismático. A mí me encantan. En Barcelona, cuando yo vivía allí, había dos elefantas en el zoológico a las que yo no les había prestado ninguna atención particular (porque siempre las campañas eran contra el zoo en general, nunca fue por un animal individual). Pero me enteré de que una había muerto y la otra había quedado sola con una depresión tremenda. Fui al zoológico a verla, y conocí a Susi, con la que empaticé de una manera muy grande. Me fui como obsesionándome con el tema. Empecé a bajarme estudios científicos y a tener contacto con expertos. Aún no hemos conseguido sacarla del zoológico de Barcelona, pero la lucha, que empezó en el año 2010, continúa. 

Después yo me vine a vivir a Argentina y fui a visitar zoológicos, vi a otros elefantes, y dije, ‘bueno, aquí hay que hacer algo, aquí tengo una punta para empezar a tirar’. Visité estos zoológicos y empecé a tener contacto con sus directivos. Hablando de elefantas, muchos zoológicos argentinos empezaron a decir que querían reconvertirse, empezar a enviar animales a santuarios, y parar la exhibición de animales con un fin comercial. Hablaban de convertirse únicamente en centros de rescate de fauna autóctona para su posterior liberación. Y en rehabilitar animales silvestres incautados, víctimas del mascotismo. O sea, un verdadero paso en adelante. 

Paul Westcott fue fundador del santuario de Tennessee en EEUU, y actualmente dirige un santuario de elefantes en Brasil. No podemos negar la ayuda tremenda de tener cerca un santuario de elefantes como este, que tiene la certificación de la Global Federation of Sanctuaries. Y con gente tan capacitada como Paul, Scott Blais, Kath Blais, y Joyce Poole, que tienen una experiencia innegable en tratar elefantes recuperados de la cautividad. Y tener este santuario en un país limítrofe con Argentina. Era como que se estaban dando tantas condiciones que quien se negara a enviar un elefante a allí, ya no podía tener ninguna excusa. 

Y así fue. Se empezó primero a trabajar con el zoológico de Mendoza, que era espantoso, y luego con el zoológico de Buenos Aires. En las dos ciudades se aprobaron leyes para prohibir sus zoológicos y dar paso a reconvertirlos en ecoparques. De Mendoza ya se han enviado al The Wild Animal Sanctuary diez osos pardos que vivían en un pozo en unas condiciones espantosas. Lo mismo las leonas. Han ido allí tigres también que han recibido de los zoológicos de aquí. 

Y ahora en Argentina tenemos el primer ‘Habeas corpus’ que se ha dado a un animal no humano. Tenemos a Cecilia, la chimpancé, y la orangutana Sandra. Cecilia estaba en Mendoza y Sandra en Buenos Aires, y las dos ya están viviendo en santuarios. Aún hay un grupo de chimpancés que todavía está en el exzoológico de Buenos Aires, pero ya se está preparando que vayan a un santuario. Pero yo me centre en el tema de las elefantas. 

Las elefantas son tan enormes, que cuando pasan por esa puerta, al final pasan todos los animales, porque hay lugar para todos. Ellas fueron las que rompieron las rejas del zoológico para que salieran todos los demás animales.”

Esa es una imagen que me hace sonreír. 

Entre toros, caballos y elefantas, parece que la megafauna del planeta tiene en Alejandra una compañera invaluable. Y como ella dice, si consigues ayudar a los grandes, los pequeños vendrán detrás. Es cierto. Si es posible dar una vida digna sin explotación a animales que pesan una tonelada, ¿cómo no va a ser posible hacer lo mismo con ovejas, cerdos o gallinas? Si se pueden rescatar a elefantes y abolir los zoológicos que los tenían cautivos, se puede rescatar a cualquier animal y abolir su explotación. 

Es toda una cuestión de estrategia, y tenacidad. El mundo vegano es posible en el futuro, porque la abolición de diferentes tipos de explotación animal ya es posible en el presente. Alejandra lo sabe, porque lo ha hecho ella misma. 

Alejandra es una incansable animalista que consigue resultados en cada país que la acoge. Pero también es una compañera eficiente y generosa con la que es un placer trabajar.

Me acuerdo muy bien.

“Originally from Catalonia, but resident in the UK for several decades, Jordi is a vegan zoologist and author, who has been involved in different aspects of animal protection for many years. In addition to scientific research, he has worked mostly as an undercover investigator, animal welfare consultant, and animal protection campaigner. He has been an ethical vegan since 2002, and in 2020 he secured the legal protection of all ethical vegans in Great Britain from discrimination in a landmark employment tribunal case that was discussed all over the world. He is also the author of the book, ‘Ethical Vegan: a personal and political journey to change the world’.