Buenos Aries, la capital de Argentina, ha visto un auge en el veganismo en los últimos años, que es parte de una disminución gradual en el consumo de carne en el país (tradicionalmente conocido por ser uno de los países más consumidores de carne del mundo). De acuerdo con la Cámara de Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina, el consumo de carne ha disminuido en las últimas décadas.
El número de restaurantes veganos, y las opciones veganas en los restaurantes omnívoros, ha ido creciendo en la capital. Una búsqueda en google con las palabras “Buenos Aires vegana” produce un mapa con 20 restaurantes veganos, con nombres como “Loving Hut Microcentro”, “La Reverde parrillita vegana”, “Veganius” o “MUDRÁ Plant Based By Matthew Kenney”. Matías Perucho, propietario de un restaurante de Palermo de la franquicia vegana internacional Loving Hut, dijo al Buenos Aires Times: “Lo más importante es que hagas una comida deliciosa… Cuando comes bien, pero quiero decir muy bien, no te importa tanto si es vegana o no. Cuando ellos [los clientes] descubren que el plato es vegano, se sorprenden… Cuando comenzó el veganismo, mucha gente creía que era una dieta para la élite, y eso es mentira”.
Según una encuesta de la Unión Vegana Argentina (UVA), el 52% de las personas veganas y vegetarianas en Argentina son mujeres, y casi el 40% son menores de 35 años. Estiman que en 2020 el 12% de la población de Argentina era vegana o vegetariana. Manuel Martí, fundador y presidente de UVA, dijo: “Somos una minoría que está creciendo exponencialmente y tenemos derecho a ser tratados como tales, necesitamos que se implementen las políticas públicas necesarias para atender la demanda de nuestra comunidad en educación, salud y justicia… será necesario un cambio profundo por parte del Estado en áreas que son de gran importancia para la vida misma”. Además de un aumento en las personas que consumen productos de origen vegetal, también ha habido avances en protección animal en el país liderados por veganos éticos, como es el caso de la activista Alejandra García que dirige un santuario de animales muy activo que ha rescatado a muchos caballos que ya no se utilizan para el trabajo.