Al igual que el resto de mamíferos, el ser humano necesita leche (y de su propia especie) sólo durante la infancia temprana. Sin embargo, se calcula que en el mundo hay aproximadamente 270 millones de vacas produciendo alrededor de 900 millones de toneladas de leche para consumo humano cada año. Gran parte de ellas son criadas en granjas industriales, donde la mayoría de sus necesidades sociales, físicas y psicológicas son vulneradas.
Para que la industria lechera se mantenga en pie, las vacas deben ser embarazadas constantemente, generalmente por medio de la inseminación artificial. Esto implica que le quitan el semén a un toro por medio de electrificación y luego lo introducen en la vaca insertando casi medio brazo por su recto.
Para que los terneros no se tomen la leche que sus madres producen para ellos, se los separa de ellas cuando todavía son muy pequeños. A la mayoría de los machos se los manda directamente al matadero, y las hembras son criadas para afrontar el mismo destino que sus madres. Cuando las terneras viven todavía con sus madres, se les colocan artefactos punzantes cerca a la boca para que no puedan tomar leche. Aunque las vacas pueden vivir más de 20 años, cuando ya no pueden producir suficiente leche también son asesinadas, lo que suele suceder cuando tienen alrededor de 5 años debido a la sobreexplotación a la que son sometidas.
A lo largo de su corta vida, estas vacas sufren mucho debido a diversos factores. Además de ser separadas de su familia y vivir encerradas, a muchas se les quita los cuernos sin anestesia para que no se lastimen entre ellas o a los trabajadores de las granjas. Existe un alto porcentaje de cojera entre las vacas, provocada por infecciones o por exceso de peso, entre otras causas. La mastitis, inflamación en el tejido mamario que produce mucho dolor e incomodidad, también es muy frecuente y suele ser producida por el uso de máquinas de ordeño y la falta de higiene de las granjas.
Las vacas son muy inteligentes, sociables y sienten emociones. Son curiosas, les encanta jugar y saltan de alegría cuando resuelven problemas. Pueden recordar a individuos específicos, forman lazos duraderos y tienen mejores amigas. Como cualquier animal, merecen vivir con autonomía y no ser tratadas como objetos. Optando por leches vegetales podemos dejar de aportar a la industria lechera y evitar la explotación y el sufrimiento constante de millones de vacas. Y, además, le hacemos bien al planeta y a nuestra salud.
Según datos de Our World in Data, que compara los impactos ambientales de 4 leches vegetales (avena, arroz, soya y almendra) y la leche de vaca, ésta implica al menos 10 veces más uso de suelo y 3 veces más emisiones de gases efecto invernadero que sus contrapartes vegetales. Además, usa el doble de agua que la leche de almendra y 20 veces más agua que la leche de soya.
Las propiedades nutricionales varían según el alimento que se utilice de base, pero en general, las leches vegetales son muy saludables. La mayoría tienen menos azúcares, más calcio y menos grasas saturadas que la leche de vaca, y no tienen antibióticos, exceso de hormonas ni fluidos coporales que sería preferible evitar. Por otro lado, el consumo de leche de vaca ha sido asociado por diversos estudios a enfermedades autoinmunes, Parkinson, varios tipos de cáncer, enfermedades cardíacas, diabetes y Alzheimer, entre otras afecciones. Además, casi 70% de la población mundial tiene intolerancia a la lactosa (aunque muchxs no lo sepan).
Existen muchísimas variedades de leches vegetales. Entre las más conocidas están las de soya, almendra, coco, avena, lino, alpiste y arroz. Sin embargo hay muchos otros granos y semillas muy nutritivos que también se pueden aprovechar para hacer leches vegetales, como la quinua, el sésamo, el alpiste, el maní, el garbanzo, el tarwi, el mijo y muchos frutos secos como las nueces, el cajú y las avellanas.
El mercado de leches vegetales ha crecido mucho en los últimos años, por lo que actualmente es posible encontrar una gran variedad de opciones a la venta. Por otro lado, con la ayuda de una licuadora y un buen filtro de tela puedes crear tus propias variedades de leche, de acuerdo a tus gustos personales, en pocos minutos. Algunas sólo necesitan el remojo previo de los granos y otras necesitan pasar por un proceso de cocción, pero todas son muy fáciles de preparar. ¿No es genial?