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Cada 22 de octubre se celebra el Día Internacional del Wómbat. Es una fecha importante para recordar que los wómbats, como cualquier animal, merecen vivir en un hábitat saludable y lo suficientemente amplio para que puedan desarrollarse con normalidad.

Los wómbats son marsupiales nativos de Australia, donde se han adaptado a distintos hábitas, como bosques, montañas nevas y páramos cálidos. 

Tienen patas cortas, perfectas para excavar. Aún así, son bastante ágiles cuando se trata de espacar y pueden alcanzar a correr hasta a 40km/h en distancias cortas; también pueden saltar hasta un metro de altura. Pese a su tamaño, cavan madrigueras de hasta 30 metros de largo y varios metros de profundidad. Cada madriguera cuenta con subtúneles que pueden conectarse con los de otras madrigueras, formando una red; ¡también tienen habitaciones para dormir! Por su ingeniería, estos hogares se mantienen a una temperatura constante, fluctuando alrededor de 1 grado centígrado a lo largo de todo el año. Un wómbat ocupa un territorio de entre 5 y 25 hectáreas, donde tiene alrededor de 12 madrigueras, aunque usa mayoritariamente 3 o 4 de ellas. 

Los wómbats tienen los ojos muy pequeños y visión pobre, pero excelentes sentidos de oído y olfato. Son herbívoros y generalmente salen a comer raíces, pasto y corteza de noche o cuando está oscureciendo. Aunque utlizan algunas vocalizaciones, se comunican sobre todo por medio de olores.

Como en todos los marsupiales, las hembras se caracterizan por tener un saco de piel donde sus crías terminan su desarrollo. En el caso de los wombats, el saco tiene la abertura hacia la parte trasera, para proteger a la cría de la suciedad al escarbar. Normalmente, las crías se quedan en el saco por 7 a 10 meses, y se quedan con sus madres has que tienen alrededor 1 año y medio. 

Aunque los wómbats comunes son solitarios, hay subespecies más sociales que forman colonias. En general prefieren tener su madriguera para ellos mismos, pero son capaces de compartirla en ciertas situaciones. Se ha documentado wómbats peleando por una madriguera, hasta que aparece un zorro, un humano que les asusta o cualquier otro peligro, y deciden compartirla. 

Durante los incendios masivos en Australia, sus madrigueras sirvieron de refugio también a animales de otras especies. Además, al cavar y vivir en madrigueras, los wómbats llevan importantes nutrientes hacia la superficie, ayudando a mejorar la calidad y salud del suelo. Por lo que ofrecen diversos servicios ecológicos de suma importancia.

Los wómbats pueden vivir hasta 26 años en estado salvaje. Aunque algunos cánidos, águilas y demonios de tasmania comen wombats, no tienen muchos depredadores naturales, y además saben defenderse muy bien de ellos. Por ejemplo, cámaras han captado wombats ahogando dingos contra las paredes de sus madrigueras. Sin embargo, actualmente sus poblaciones están muy reducidas y dos de las tres subespecies de wombats están en peligro de extinción

Las principales amenzas de los wómbats están relacionadas con la pérdida de hábitat y de disponibilidad de alimentos debido a la ganadería, la ampliación de la frontera agrícola y el cambio climático. El crecimiento de la actividad agropecuaria pone a los wombats, los humanos y los animales introducidos en conflicto. Los wombats se ven obligados a competir con otros grazing animals por alimento y en muchos casos, por hambre, destruyen vallas o las tierras de cultivo. Por eso, muchos agrocultores los ven como plagas y los asesinan. En otras ocasiones, mueren por veneno colocado para otros animales considerados plagas, como los conejos. Por otro lado, pese a que sus madrigueras los protegen del fuego, los incendios prolongados, las inundaciones y la sequía han dejado su hábitat diezmada, haciendo que muchos sufran de hambre y sed, en algunos casos, hasta morir de inanición.

Si te preguntas cómo puedes ayudarlos, recuerda que una dieta basada en plantas genera menos gases de efecto invernadero, usa menos tierra y agua, y no introduce animales donde no corresponden. Todos podemos reducir nuestra huella ecológica y ayudar a todos los animales (incluyéndonos a nosotros y a los wómbats) decidiendo llevar una vida vegana y exigiendo a los gobiernos medidas más drásticas para proteger el planeta.

Matilde Nuñez del Prado Alanes is from La Paz, Bolivia. She made her thesis in Sociology on cockfighting, as a result of an undercover investigation in the field for 4 years, and she is currently pursuing a Master’s Degree in Critical Theory. Her topics of interest are the relationships between humans and other sentient animals from the perspective of Critical Animal Studies, the socio-ecological issues, and the intersectionality between different forms of oppression, domination and exploitation.